5.- LA MISERICORDIA DE DIOS Y LAS BIENAVENTURANZAS

LA DIVINA MISERICORDIA

5.- LA MISERICORDIA DE DIOS Y LAS BIENAVENTURANZAS.

1.- Presentación y cuentito.

2.- Introducción.

A través de estas enseñanzas hemos ido comprendiendo y también experimentando la grandeza y la generosidad de la Misericordia de Dios hacia nosotros, sin importar nuestra condición. Esa Misericordia nos ha envuelto en nuestro dolor y en nuestros sufrimientos, tanto físicos como interiores, devolviéndonos la paz en el corazón. La misericordia de Dios siempre ha estado presente en cualquier momento de nuestra vida, siempre que le hayamos abierto las puertas de nuestro corazón. Y esa Misericordia llegará a todo hombre que sufre, llegará a donde haya miseria, a donde haya desesperación. Es como si nuestras desgracias fuesen el imán de la Misericordia de Dios. Es maravilloso, es infinitivamente grandioso como es el mismo Dios; es incomprensible a nivel humano.

Pero permitidme que os diga algo más. En un momento solemne y encima de la montaña Jesús proclama: BIENAVENTURADO EL HOMBRE.  Que no es otra cosa que decir: que es poseedor el hombre, a pesar de su pequeñez y de su miseria, de la visión y posesión permanente del mismo Dios, en el Reino de los cielos. Dios nos llama a su propia bienaventuranza. BIENAVENTURADO.  Es el culmen de la Misericordia de Dios hacia el hombre. ¡Cómo nos cuesta entenderlo, y mucho más, cómo  nos cuesta vivirlo! Es lo que vamos a pretender en la presente enseñanza.

3.- El Sermón de la Montaña.

Tomemos la Palabra y leamos en Mateo (5, 1-12)

 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
  
¿Alguna vez habéis meditado y contemplado este pasaje? ¿Qué os ha dicho o  qué os ha llamado la atención? 

·     Para el Catecismo de la Iglesia Católica, “Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús” (1716).   

·        Para Benedicto XVI: “Las Bienaventuranzas son promesas en las que resplandece la nueva imagen del mundo y del hombre que Jesús inaugura, y en las que “se invierten los valores”. (Del libro Jesús de Nazaret)

·         Las Bienaventuranzas son un diseño para la felicidad.

·         Las Bienaventuranzas son una fundación para construir un hogar en el Cielo

·         Las bienaventuranzas son una síntesis de los principios que constituyen el ideal de la vida cristiana 

Sobre las bienaventuranzas se ha dicho de todo. Para Gandhi eran "la quintaesencia del cristianismo". En cambio para Nietsche eran una maldición, ya que atentan contra la dignidad del hombre. Entre estos dos extremos podemos encontrar explicaciones para todos los gustos.

Imposible entender nada de las bienaventuranzas, si no tenemos en cuenta la profundidad de la Misericordia de Dios. El hombre ha perdido la amistad con Dios por el pecado pero Dios desea recuperar esa amistad a través de su Misericordia, para que el hombre pueda llegar a la felicidad eterna. Naturalmente, tendrá que poner el hombre su mirada en Aquel que es la misma Misericordia; tendrá que volver, como el hijo pródigo.

Para todo aquél que no siente necesidad de “volver”, las bienaventuranzas son un sarcasmo. Es completamente absurdo decirle al pobre, al que pasa hambre, al que llora, al perseguido: ¡qué suerte tienes! ¡Enhorabuena!

Para mí, una vez abierto el corazón, las bienaventuranzas son el culmen de la Misericordia de Dios que me ofrece la misma vida divina en un abrazo de compasión. En la participación de la naturaleza divina y de la Vida eterna es en donde el hombre encuentra la respuesta al deseo natural de felicidad que el mismo Dios le puso en su corazón. «Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti» (S. Agustín. Las Confesiones I, 1, 1).

4.- ¿Qué nos proponen las bienaventuranzas para ser bienaventurados?

Como las bienaventuranzas dan para mucho, nos centraremos en lo más esencial, intentando entrar en el mismo Corazón de Cristo, de donde brotó su infinita misericordia cuando proclamó las nueve bienaventuranzas.

En primer lugar, el versículo introductorio, según Benedicto XVI en su libro Jesús de Nazaret, tiene el mayor significado: “Jesús sube al monte y se sienta: un gesto propio de la autoridad del maestro”. Gesto que demuestra que va a proclamar una nueva ley. Ve a la muchedumbre y se rodea de sus discípulos. Su proclama de misericordia es para todos y los discípulos lo tendrán que transmitir a las futuras generaciones.

¿Qué bienaventuranza nos ofrece? “Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham, pero las perfecciona ordenándolas no solo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos” (Catecismo 1716).

El antiguo Testamento resalta siempre la promesa y la posesión de una tierra que mana leche y miel; por esa tierra vive y lucha el pueblo de Israel; y hoy día sigue con la misma idea. “Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra”.

Pero la misericordia del Corazón de Jesús va mucho más lejos. Jesús ofrece y desea que todos participen de la naturaleza divina y de la Vida eterna. “Con ella el hombre entra en la gloria de Cristo y en el gozo de la vida trinitaria”. Jesús desea que en donde Él esté, estén también los suyos. El corazón de Jesús se ha ensanchado hasta el límite para acoger al hombre y hacerlo participante de su propia felicidad. ¡Bienaventurado!

“Semejante bienaventuranza supera la inteligencia y las solas fuerzas humanas. Es fruto del don gratuito de Dios. Por eso la llamamos sobrenatural, así como también llamamos sobrenatural la gracia que dispone al hombre entrar en el gozo divino”. (Catecismo 1722)

5.- ¿A quién va dirigida esa bienaventuranza?

El mayor problema del hombre es buscar la felicidad, ser feliz, sentirse uno mismo, persona que ocupa su  puesto en la historia y lo llena. El mundo le ofrece mil caminos: dinero, placer, dominio…pero vemos que, en la práctica, todos ellos son efímeros y no llenan el corazón del hombre. El hombre se siente frustrado.

Por el contrario, la Misericordia de Jesús nos ha abierto la puerta a una verdadera felicidad, a una vida en Dios. Pero para llegar a esa puerta, Jesús nos marca un camino: Bienaventurado
    -   los pobres,
-   los mansos
-                   -        los que lloran,
    -       los que tienen hambre,   
   -       los misericordiosos,
   -       los limpios de corazón,
   -       los que buscan la paz,
   -       los perseguidos por causa de la justicia,
   -       los que os persigan por mi causa.

¿No se habrá equivocado Jesús al presentarnos semejante camino? ¿Tendrá Jesús los pies en la tierra ante semejante plan? Vemos que invierte completamente los criterios del mundo, presentándonos una verdadera paradoja. El hombre, en su sano juicio, no puede aceptarlo con las simples fuerzas naturales. Ya lo hemos dicho. El contraste está a la vista, es evidente. Por ejemplo, el mundo, con el dinero ofrece, en la mejor de las circunstancias, placeres y felicidad para unos solos pocos años. Jesús, con la pobreza, ofrece una vida eterna de felicidad. Si intentamos explicar las bienaventuranzas  racionalmente nos encontraremos con la contradicción más radical. La praxis de Jesús en su vida diaria, es el único camino para entender las bienaventuranzas.

¿En donde encontramos la clave para entender y justipreciar las propuestas de Jesús? Vamos a verla por su gran importancia y para poderla poner en práctica.

1)    Es un don gratuito de Dios y necesitamos de su gracia para desarrollarlo.

2)    Por lógica, para llenar un recipiente de algo nuevo, debe estar vació o lo debemos vaciar de lo que tenia.  De la misma manera, el corazón del hombre debe vaciarse de lo mundano, para llenarse de nueva vida.

3)    Las bienaventuranzas son un proceso de la Misericordia de Dios. En la medida en que vamos poniendo en práctica lo que Jesús nos propone, dando paso a paso mediante los actos de cada día, experimentamos la presencia de Dios en nuestra vida y la felicidad que ello conlleva. Comprobamos que la verdadera dicha no reside en las riquezas ni en las cosas que el mundo nos ofrece, sino solo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor. Las promesas de Jesús ya se nos adelantan en esta vida.

4)    Las bienaventuranzas nos están diciendo que otro mundo es posible. Un mundo que no esté basado en el egoísmo sino en el amor.

Las bienaventuranzas no son una serie de consejos que son buenos para nuestra vida; es mucho más, Jesús nos lo ha dejado como regla de vida que define cómo debe ser nuestra vida cristiana, tanto en nuestra relación hacia Dios, como nuestra actitud con nosotros mismos y con todos nuestros hermanos. Es como si se nos dijese:
     Bienaventurado si eres pobre…

6.- Vamos a estudiar algunas de esas condiciones que nos presenta Jesús.

Haremos, primero una pequeña introducción.

Si tomamos los Evangelios vemos que Lucas propone cuatro y Mateo nueve bienaventuranzas. No tiene importancia el número. Examinándolas con detención, llegamos a la conclusión que se podrían proponer cientos pero bastaría con una para romper los esquemas de la vida humana planteada desde el falso yo. “El ser humano sufre limitaciones materiales o espirituales por caprichos de la naturaleza o por causa de otro, y que unas veces se manifiestan por el hambre y otras por las lágrimas. La circunstancia concreta de cada uno no es lo esencial. Por eso no tiene mayor importancia explicar cada una de ellas por separado. Todas dicen exactamente lo mismo”.

Si nos fijamos bien, ante las diversas situaciones que se pueden encontrar en el hombre, o dicho de otra manera, ante las diversas opciones que Jesús presenta, el premio o promesa de felicidad que se nos ofrece, siempre es el mismo, aunque dicho en formas diferentes.

7.- Bienaventurados los pobres, los sufridos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los perseguidos.

Bienaventurados los mansos, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que buscan la paz.

Son igualmente bienaventurados tanto los que sufren como los que actúan. Con ello se abarca todo el espectro de la vida del hombre. En realidad todo el actuar del hombre puede ser bienaventurado siempre y cuando someta su corazón bajo el señorío de Jesús. La clave, lo esencial para ser bienaventurado no está en lo que se puede sufrir o se pueda realizar: lo esencial está en la manera en que yo acepte sufrir o yo realice cualquier acción. Dicho de otra manera: lo que da valor para ser bienaventurado es el amor, ese amor que es entrega, que es oblación, que es un obrar en Cristo Jesús.

Vamos a estudiar las bienaventuranzas y a profundizarlas a través de la primera bienaventuranza: “Bienaventurados los pobres porque vuestro es el reino de Dios”.

8.- ¿Quiénes son los pobres?

Es pobre el que no tiene medios económicos para vivir. Este es el sentido que le damos a este vocablo.

En la legislación mosaica se designa con este nombre al que no tiene tierras. Eran las  gentes pobres en sentido material. Y, como consecuencia aneja a ello, gentes sin influencia  social, desprovistas de apoyo y frecuentemente explotadas y humilladas. Después del destierro se habla del resto de Israel, un resto pobre y humilde.  Los pobres bíblicos son aquellas personas que, por no tener nada ni nadie en quien confiar, su única escapatoria es confiar en Dios, pero confían.

“Los rabinos nunca alabaron la pobreza voluntaria. Consideraban los bienes y las riquezas  como premio a la virtud personal y la pobreza como castigo. Para Jesús, la pobreza entra en el  plan de Dios; el pobre desprovisto de bienes y que confía en Dios está moralmente preparado  para su ingreso en el reino”.

“Bienaventurados los  pobres en el espíritu”. Así nos lo presenta Mateo. El término “en el espíritu” es una disposición interior y habitual que orienta el actuar de la persona. Es una actitud ante la vida. Por ello,  ser pobre significa optar, elegir un modo de vivir concreto, que será siempre la búsqueda del  bien común, arrancando desde "abajo".

“La bienaventuranza se refiere a los pobres por decisión personal, a los que deciden hacerse  pobres, a los que lo eligen; y los opone a los pobres por necesidad. La pobreza evangélica no  se identifica con la penuria material, sino con la indigencia del hombre que se descubre  necesitado y se abre a la gracia, al bien, a la justicia, al amor, a la paz, a la libertad..., a Dios -a  todo lo que representa-. Es el que renuncia a apoyarse en leyes, seguridades o riquezas de la  tierra; el que opta contra el dinero y el rango social y se pone en las manos de Dios; el que vive  desprendido de lo que no tiene valor absoluto y vive en la tierra como peregrino y en constante  búsqueda.

Sólo un hombre que sea consciente de su vacío podrá ser llenado por algo o por alguien.  Sólo sobre los que eligen ser pobres podrá Dios actuar como rey, porque podrá actuar sobre su  corazón y producirle la felicidad. Lo que significará que no carecerán ya de nada necesario ni  tendrán que someterse a otros para vivir y estarán dispuestos a compartir en todo momento lo  que son y lo que tienen.

El pobre se concibe a sí mismo como gratuidad, nunca como posesión. Sabe que no se  pertenece, que todo se lo debe al Padre. Sabe que es pura misericordia divina. Por esa razón se hace servicio”.

El que elige ser pobre goza ya ahora del reino de Dios, al estar viviendo la vida humana  auténtica. Es encontrar la verdadera paz y armonía interior que es el paso a una verdadera felicidad. Es el abrazo misericordioso del Padre que le regala un vestido de gala y le prepara gran banquete. Banquete del cual ya lo disfruta ahora, esperando gozarlo en plenitud en la vida eterna.

9.- Esta actitud de pobreza es la que hará posible todas las demás bienaventuranzas.

Bienaventurados los que padecen persecución a causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Según esta bienaventuranza, quien quiera andar por el camino de Dios ha de librarse de la codicia, desprendiéndose de la preocupación excesiva de los bienes materiales.. Lo que Cristo exige es el desprendimiento del alma de las cosas de este mundo, llevando una vida sencilla, conscientes en todo momento de la pobreza del hombre frente a Dios, viviendo esa virtud que es fundamental para el cristiano: la humildad.

Los mansos
El mismo Cristo se pone como ejemplo de esta virtud (cfr. Mt. 11, 28).. La mansedumbre supone, en quien la vive, un dominio sobre sí mismo, pues los arrebatos de cólera, más que fuerza, indican debilidad en quien los sufre. Dios no deja que nos acerquemos a Él mientras no perdonamos de corazón.

Los que lloran
Nada más ajeno a Cristo que convertir la tristeza en una actitud fundamental para el cristiano. El cristiano está hecho para la alegría, que encuentra en Dios. Lo que el cristiano debe llorar son sus pecados y tantas ofensas que diariamente se hacen al Señor.

Los que tienen hambre y sed de justicia
Tener hambre y sed de Dios consiste en una actitud moral total; es el máximo cumplimiento posible de la vida divina en el hombre. El solo deseo de esta posesión llena al hombre completamente de paz, cosa que ningún otro deseo logra, pues siempre se siente hambre de más.

 Los misericordiosos
La misericordia a la que Jesús promete la bienaventuranza es la que lleva al cristiano a compartir efectivamente las desdichas del prójimo, tanto en sus angustias materiales como espirituales. La misericordia llega a ser la medida con la que se nos medirá, y sólo alcanzará misericordia de Dios quien se incline profundamente ante el prójimo que sufre.

Los limpios de corazón
Cristo, enseña que la calidad moral de la vida del hombre está en el corazón (cfr. Mc. 7, 22). Limpio de corazón es aquel que, hasta donde es posible, mantiene su corazón limpio de pecado. La limpieza de corazón agranda la capacidad de amar del hombre..

 Los pacíficos
La paz está solamente donde esté Dios, que es el Dios de la paz (cfr. 1 Cor. 14, 33),. Toda alma que deja que Dios entre en ella, encuentra la paz, que nada puede quitar. La falta de paz en el mundo, la desconfianza de unos para con otros, todo ello tiene su origen en la falta de Dios, en la falta de la aceptación de la voluntad divina. Cuando los hombres obedecen a la ley de la caridad, que les pone en paz con Dios, viven, por eso mismo, en paz con ellos.

 Los que padecen persecución por la justicia
No debe extrañar que quienes buscan de verdad la santidad sean siempre objeto de persecución; pero con la misma certeza que llegará el triunfo definitivo de Cristo, llegará también el de sus fieles.

10.- Resumen.

- El sermón de la montaña y qué son las bienaventuranzas: son el centro de las enseñanzas de Jesús. Son la manifestación cumbre de la misericordia de Dios.

- ¿Qué nos proponen las bienaventuranzas? Son el camino que nos llevan a ser bienaventurado.

- La clave para entender las bienaventuranzas. Son un don gratuito de Dios y el proceso de la Misericordia de Dios para llegar a la perfecta felicidad.

- Las bienaventuranzas se pueden resumir en una sola: “Bienaventurados los pobres en el espíritu”

- ¿Quiénes son los pobres? Diversas clases de pobres. Para nosotros, quienes se vacían libremente en su corazón.

- Todas las demás bienaventuranzas se explican y se entienden siendo pobres de verdad.

11.- Retos.

¿Quieres ser bienaventurado? ¿A qué estás dispuesto? ¿Estarías dispuesto a vaciarte de tu yo, dejándote llevar por la misericordia de Dios? No olvidemos que es un camino y ese camino hay que andarlo paso a paso y día a día. Y en la medida que vayamos caminando sentiremos que ser bienaventurado ya se experimenta en esta vida.

En el día de hoy, en este momento ¿vamos a empezar a caminar por el camino de las bienaventuranzas? Ante Jesús sacramentado seamos decididos y demos un paso adelante; la misericordia de Dios no nos va a faltar.

12.- Oración



CARISMAS DEL ESPÍRITU

Carisma de profecía y carisma de la fe.

Ante las dificultades de entender rectamente las bienaventuranzas, el Espíritu viene en nuestra ayuda a través de los carismas. Muy adecuados en el tema de las bienaventuranzas son los carismas de profecía y el de la fe. Veámoslo.

CARISMA DE PROFECÍA.

Carisma de profecía es un don del Espíritu para revelar la voluntad de Dios, lo que Él quiere para nosotros, aquí y ahora. Profecía es hablar a los hombres de parte de Dios. Él quiere comunicar a cada persona su amor y lo que tiene reservado para cada uno.

S. Pablo  nos  anima, diciendo: “En cuanto a los demás dones, aspirad sobre todo el de hablar en nombre de Dios. El que habla en nombre de Dios, habla a los hombres, los ayuda espiritualmente, los anima y los consuela”. (1 Corintios 14, 1-6).

La función general es comunicar la Palabra de Dios, la que ya tenemos revelada; es decir: a Jesús, tal como se nos presenta en las sagradas escrituras. Sería un grave error pensar que con la profecía, Dios nos puede revelar nuevas verdades; la revelación terminó con el Apocalipsis de Juan. La profecía, solo ilumina la revelación que ya tenemos.

Siendo la profecía una manifestación del amor de Dios, el contenido de una verdadera profecía no es nunca duro, acusador, inmoral, antimisericordioso o condenatorio.

Formas en que se presenta la profecía
La profecía puede llegar de maneras distintas:
1. En forma de imagen o explicación. Como una visión. Hay que interpretarla.
2. En forma de pensamiento en la cabeza.
3. De moción interior.
4. Como un impulso que toca mi sensibilidad.
5. Mensaje en lenguas. Siempre que hay alguien que lo interprete.

El P. Emiliano Tardif nos aclara: Normalmente es una idea que me viene a mi mente, sin buscarla, y que no tiene nada que ver con mis pensamientos. Además, viene con una fuerza que me impulsa a decirla; no me la puedo callar. Por lógica, antes de proclamarla, uno debe discernirla, porque puede venir también del espíritu maligno.

Orientaciones para ejercer adecuadamente el carisma de profecía.

-            - Cooperar en el amor de Dios.
-            - Estar abiertos a la acción de Dios, escuchando sus palabras en el corazón.
-    - Discernir la profecía. Primero lo haremos nosotros mismos y después los servidores o comunidad.
-       -    La profecía siempre está bajo el control del profeta.
-     -     Encontrar el momento oportuno de dar la profecía.
-     -     Confirma la profecía de otros hermanos en caso de recibir el mismo mensaje.

Señales que nos indican que posiblemente la profecía viene del Señor:
·         -  Si levanta el nivel de alabanza de la asamblea.
·          - Si se dan sanaciones espirituales.
·          - Si está de acuerdo con las Escrituras, la Tradición, el Magisterio de la Iglesia.
·          - Si edifica y anima, incluso cuando son palabras de corrección.
·          - También se discierne la profecía cuando es confirmada.
·         -  Si sabes que la persona que está profetizando realmente ha sido llena del Espíritu Santo y tiene el don activo.

Sepamos valorar y desarrollar el carisma de profecía con humildad. La comunidad lo necesita y es de gran provecho.

CARISMA DE LA FE.

La fe, aunque por su nombre es una, tiene dos realidades distintas. Hay una fe por la que se cree en los dogmas y que exige  que el espíritu atienda y la voluntad se adhiera a determinadas verdades; esta fe es útil al alma, como lo dice el mismo Señor: “El que escucha mi palabra  y cree en aquel que me ha enviado tiene vida eterna”.

La otra clase de fe  es aquella que Cristo concede  a algunos como don gratuito y que consiste en aquella fe  capaz de realizar  obras que superan toda posibilidad humana, como decir a un monte: “Vete de aquí a otro lugar “ y se irá. Es de esta fe de la que se afirma: “Si tuvieras fe, como un granito de mostaza…”

 - Es la fe de María en el momento de anunciación.
 - Es la fe de la canánea que la mantiene firme a pesar de las negativas que recibe.
 - Es la fe de Pedro cuando sana al paralítico: “En nombre de Jesús, anda” y cuando dice-  -  -“En tu nombre, echaré las redes” y se realiza la pesca milagrosa.
 - Es la fe de Abraham.

Hoy necesitamos la abundancia de este carisma porque el progreso científico nos lleva a confiar más en el poder de la técnica que en el Señor.

A medida que aumente  el carisma de la fe se multiplicarán también las manifestaciones del poder  y de amor del Señor en beneficio de la Iglesia y de la humanidad. Si falta poder  en nuestras vidas y en nuestro ministerio es porque tenemos una fe muy lánguida, aunque nos parezca muy “sabia”.

Pidamos al Señor que aumente en todos nosotros la virtud de la fe que es necesaria para la justificación y para la salvación y pidamos también que multiplique el Carisma de la fe para que la acción del Espíritu Santo aparezca con todo poder y con su infinita misericordia.