6.- MI OFRENDA CREATIVA

- 6 - MI OFRENDA CREATIVA


Puedes ofrecer a Dios una molestia, un sufrimiento, un contratiempo, por una intención especial que le presentas en tu súplica. Se trata de aceptar algo que le presentas en tu súplica. Se trata de aceptar algo que tengas que soportar, asumirlo, y entregárselo a Dios como un regalo, rogándole que te conceda algo que deseas alcanzar.


Puede hacerse una ofrenda con una humilde actitud, diciendo algo sí:"Señor, vengo a pedirte algo, pero también quiero ofrecerte algo a cambio: este dolor. Yo sé que no puedo comprar tu voluntad con mi humilde ofrenda, pero te pido que la recibas por tu misericordia y me concedas lo que te pido".


De este modo, puedo ofrecer a Dios un dolor que acepto soportar, pidiéndole por la salud de un ser querido, o para alcanzar algo que sueño. O para que me haga más santo, o por la salvación del mundo, o por una amistad, o por el éxito de una causa justa, etc.

Entregándole a Dios este dolor, puedo ofrecérselo para que cure mi insatisfacción por algo que no tengo y que me hace sufrir pero aceptando que me lo conceda de la manera que Él quiera y cuando a Él le parezca mejor. En fe yo se que Él me conceda otra forma de satisfacción que llegará a mi vida si yo me abro dócilmente a ella. Así , esa carencia que me provoca dolor se convierte en una esperanza.


"Dios es fiel a sus promesas. Antes de tu muerte encontrarás la aceptación y el amor que anhelas. No vendrá de la forma que esperas, ni al hilo de tus necesidades y deseos más profundos. Sólo puedes apoyarte en la promesa. Todo lo demás te ha sido arrebatado, pero apóyate en la promesa desnuda de la fe. Tu fe te curará."(17)

Pero junto con esto hay que decir también otra cosa: Del mismo dolor puede brotar una creatividad nueva. Por que cuando ofrecemos a Dios nuestro dolor por algo que deseamos, nosotros deberíamos ofrecernos para comenzar a realizar eso que deseamos.

Cuando el dolor es rechazado con rebeldía, corremos el riesgo de perder nuestra capacidad de hacer cosas, porque comenzamos a reducir excesivamente nuestra actividad, dejamos de valorar lo que hacemos y nos encerramos en nosotros mismos. El dolor que no es asumido nos cierra, nos endurece, nos hace amargos e inútiles. Si antes hacíamos las cosas con el utópico objetivo de alcanzar un bienestar sin tensiones, entonces la llegada del dolor nos desilusiona, nos aplasta. Vemos que todo lo que hicimos no sirvió para evitar la llegada del dolor. Y entonces buscamos reducir nuestra actividad al mínimo, y reducimos también nuestro contacto con las personas.

Pero eso contradice la necesidad humana de compartir la vida con los demás, y también la inclinación natural a producir algo, a generar algo, a dejar este mundo mejor que lo encontramos.

Cuando llega el dolor estamos llamados a seguir siendo productivos, sólo que ahora el modo y la finalidad de esa generatividad deben modificarse. La mejor actitud podría expresarse de la siguiente manera."Ya he visto que no puedo evitar toda molestia. Por eso voy a cambiar de lo mejor de mí. Ahora, en medio del dolor, trataré de seguir produciendo algo, pero no tanto en función de mi bienestar, sino para dejarle algo bueno a la vida y al mundo."


Por eso, una vez que hemos logrado superar la primera crisis, cuando la resistencia angustiosa frente al dolor comienza a ceder, podemos intentar nuevamente en medio del sufrimiento, entusiasmarnos con alguna tarea.

Eso mantendrá dolor en su justo lugar para que no nos domine, no nos anule, no nos convierta en seres inútiles, desgastándonos en la queja y el lamento.



Recordemos que, en definitiva, los grandes inventos y avances de la civilización proceden de una reacción activa y creadora del hombre ante los límites y desafíos de la existencia y de la naturaleza. Por lo tanto, puedo decir así "De este límite y de este desafío que se me presentan, también puede nacer algo bueno, algo más grande para los demás. Esto no me va a destruir, no podrá conmigo, porque tengo la fuerza y el amor de Dios para enfrentarlo.

De mi alianza con Dios y de esta dificultad surgirá una nueva síntesis que producirá una vida más bella que la que yo estaba llevando antes de esta dificultad. Y mi vida será productiva, de un modo diferente, de un modo quizá misterioso, pero será fecunda. Ofrezco a Dios mis dolores y me entrego para que así sea."


Los sabios son siempre capaces de convertir sus debilidades y problemas en una fuente de nueva creatividad. De hecho, si las personas sabias pasan mucho tiempo sin dificultades, y comienzan a sentir una especie de estancamiento en sus vidas, se alegran cuando surge una molestia, un problema, un desafío nuevo, porque eso los estimula a encontrar y producir algo nuevo.

Las dificultades son un estímulo para sacar lo mejor de nosotros mismos, pero sobre todo para permitirle al Señor que manifieste su gloria, su sabiduría y su poder de una manera novedosa y mas bella. "Te basta mi gracia, porque en tu debilidad se manifiesta perfectamente mi poder" (2Cor 12,9).

Es bueno mirar cada cosa que tengo que soportar como una parte de mi misión en esta vida, la misión para la cual Dios me puso en este mundo.


El ideal de los pocos años que paso en esta tierra, en permanente lucha , no es el de sentirme siempre bien, porque esta vida será siempre una mezcla de tensiones y de alegrías. El ideal de mi camino en esta tierra es más bien cumplir una misión.

Es cierto que cuando una persona está entusiasmada por algo grande, por un sueño comunitario, es capaz de soportar, y también de ignorar, cualquier dolor. Es famoso el ejemplo de un soldado de Napoleón al que le amputaron una pierna, pero él no sintió ningún dolor a causa de la gran excitación que le producía la intensidad de la batalla y la posibilidad de ganarla.
Mientras menos nos interese cumplir una misión, es posible que más nos preocupen y nos inquieten nuestras molestias. (18) Tener presente nuestra misión siempre debilita el peso negativo del dolor. Por eso, según relata Víktor Frankl sobre los que sobrevivían en el campo de concentración "no eran los más fuertes quienes superaron Auschwitz, sino los que tenían un motivo y una esperanza: mujer, hijos, tarea, alguien a quien no podrían defraudar muriendo sin dignidad y miserablemente....Si no podían esperar nada de la vida, había que ver lo que la vida esperaba de ellos". (19)

Pero además, en el dolor podemos alcanzar una creatividad poco común, la capacidad de reinventar nuestra felicidad, de construirla de nuevo con lo que nos queda, poco o mucho. Abandonar esa mediocridad de tener que ser feliz como los demás, con lo que los demás tienen y yo no tengo, con el estilo y los recursos de los demás. Yo puedo ser feliz de una manera distinta, personal y original. En este contexto de mi propia y limitada vida, yo puede hacer mucho con muy poco. Para eso Dios me regaló el don de la creatividad.

"Cuidar mi imagen de felicidad y cambiarla, si es preciso, por otra inédita, contracultural, más realista, y sobre todo más asumiblemente mía en mis circunstancias" (20)

CAMINO PERSONAL 6
Hay algo que deseas desde el fondo de tu corazón, algo que siempre has deseado. O quizá lo has enterrado para no tener que sufrir más, y te has vuelto insensible y triste. Y ahora que estás sufriendo por distintos motivos, no puedes encontrarle ningún sentido a tu dolor y sólo te produce rebeldía.

¿Por qué no vuelves a mirar ese deseo profundo de tu corazón y le ofreces a Dios lo que estás sufriendo para que colme tu deseo más hondo? Verás que te escuchará.

Dirás que muchas veces le has pedido y no te ha escuchado. Pero quizá eso sucedió porque le pedías algo empeñado en que Él te lo concediera como tú querías y no como Él quería dártelo para tu bien. O quizá se lo pedías sin ofrecerle algo de ti y sin ejercitar tu creatividad


Dios puede colmar tu necesidad de amor de muchas maneras, y no necesariamente con las personas o las cosas que te imaginabas y de la manera como te lo imaginabas.

Dios puede hacerte útil para los demás, pero no necesariamente en la tarea que te habías propuesto. Dios puede ayudarte para que seas fecundo, pero a su modo. Dios puede ayudarte a que realices tu deseo de actividad, pero no con una ansiedad que te enferme y una prisa que no te permita gozar de la vida, etc.



¿Por qué ahora no dejas que Dios, poco a poco, te regale lo que necesitas, pero a su manera, no a la tuya? Ofrece entonces tus molestias, dolores y perturbaciones por eso que más necesitas, entrega tus sufrimientos, acepta tener que sufrirlos, y pídele a Dios lo que más necesita y desea tu corazón.

Luego entrégate en un camino de imaginación, de genio y de inventiva para lograrlo.



NOTAS.
(17) H.J.M. Nouwen, o,c,18
(18) J. Vilar y Planas de Farnés, Antropología del dolor, Eunsa, Barañaín, 1998,47 (nota)
(19) Ib, 67
(20) J.A.García Monge a.,c., 230.