COMUNIDAD SIERVOS DE CRISTO VIVO
CONSEJO GENERAL DE SERVIDORES
DOMINGO 31 DE MAYO DE 2020

¡FELIZ Y BENDECIDO PENTECOSTÉS!

Querida Comunidad Siervos de Cristo Vivo: 
Este año, casi todos hemos pasado la Cuaresma y el tiempo de Pascua encerrados, aislados unos de otros; muchos hemos experimentado la frustración de no poder realizar los actos acostumbrados de la Semana Santa y las celebraciones tradicionales de la Resurrección de Jesucristo.
Algunos hemos perdido personas que amamos y casi todos hemos sentido el temor, el miedo, ante una pandemia global.
Quizás por eso, ahora podemos entender mejor la situación de los primeros discípulos. Tras el arresto y crucifixión de Jesús entraron en pánico, se dispersaron y sólo volvieron para encerrarse, para esconderse en un aposento alto. ¡Tuvieron miedo, mucho miedo!
Aun con la resurrección de Jesús de entre los muertos, el testimonio de las mujeres, e incluso la presencia del Resucitado entre ellos, les costó poder salir del encierro y proclamar al mundo la salvación y la nueva vida en Cristo.
Pero, a pesar de esa difícil realidad, en medio del tumulto, la iglesia nació y aun así, emergió del caos con un mensaje poderoso y sin duda, transformador, que es relevante en todas las culturas y contextos.
Todo esto ocurrió el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo se derramó sobre ellos. Y como en el primer Pentecostés, así ha de ser otra vez hoy.
Nosotros, como Siervos de Cristo Vivo estamos llamados como los primeros discípulos, a proclamar, como hicieron ellos, que el Dios de la vida aún está con nosotros.
El Espíritu de Dios es el que eleva nuestros corazones en oración y anhelo y nos infunde el valor para hacer frente al dolor y al sufrimiento. El Espíritu inflama nuestros corazones con amor, para servir a quienes sufren y a quienes están excluidos.
Ese mismo Espíritu Santo, nos hace capaces de afrontar y superar el temor al virus, a través de una confiada y generosa entrega amorosa para todos los hijos de Dios.
El Espíritu de Dios también cruza todas las barreras, aunque de una forma que infunde vida, no muerte. Por eso, este Pentecostés, debemos orar para que la lucha contra esta pandemia derrame las energías del Espíritu Santo sobre todo el pueblo de Dios y renueve, no solo la iglesia, sino la faz de la Tierra.
Debemos siempre recordar que Pentecostés significa por igual, que Jesús no falta a su promesa de no dejarnos solos, pues la cumplió con los primeros discípulos, y esa misma promesa es vigente para nosotros hoy.
Contamos con la fidelidad de Cristo porque él prometió acompañarnos hasta el fin del mundo. El mensaje de Pentecostés es esperanzador porque Jesús está con su Iglesia hasta el final. ¡Está con nosotros hoy!
Dios cumple su palabra y empodera a los que confían en El, a pesar de sus temores. Dios actúa para eliminar el miedo y capacita a las personas que esperan ser usadas por El.
Jesús enseñó a los discípulos que el Espíritu vendría para convertirlos en testigos de la resurrección y la acción salvadora. El Espíritu vino sobre ellos, hombres y mujeres, y los llenó de su poder.
Por eso mis hermanos, el prometido Espíritu de Jesús, el Espíritu del Padre, ahora mismo nos está renovando y capacitando para continuar la misión de compartir las Buenas Nuevas de Cristo al mundo entero.
No tengamos miedo. Tenemos un hermoso llamado a esta gran misión. En medio de nuestros temores e inquietudes, Jesús nos viene a decir: “¡Paz a ustedes!”. Son palabras de proclamación profética, palabras que efectúan lo que significan.
Las palabras de Jesús y su don del Espíritu Santo nos conceden esa paz que tanto deseamos y tanto necesitamos. Y esta paz nos hace capaces de ofrecerla a otras personas, perdonándoles porque en Cristo nosotros hemos sido perdonados.
Confiamos que este Pentecostés renueve en nosotros ese llamado urgente a la misión como SCV y nos inunde con el mensaje de Jesús: “¡Paz a ustedes!”.
Que tengamos todos un Feliz y Bendecido Pentecostés.
Con mucho cariño,

Freddy Contin
Director General CSCV