12.- CONTANDO CON LA AMPLITUD DE LA VIDA

- 12 - Contacto con la amplitud de la vida
No podemos despreciar una sabiduría práctica que le debe mucho a las tradiciones orientales y a la sicología moderna, y puede ayudarnos a aliviar el dolor o a colocarlo en su justo lugar, para que no se apodere de toda nuestra psique y no nos impida valorar lo bueno que la vida nos ofrece.

Se trata de una serie de ejercicios que nos ayudan a liberarnos de los pensamientos obsesivos. Nos permiten tomar contacto con la realidad más amplia, con la vida misma, y así pueden mitigar el dolor o debilitar su raíz.

No los explicaré en detalle porque ya han sido desarrollados en abundante bibliografía. (40). Simplemente enumero algunos ejemplos:

a) Detenerme frecuentemente unos minutos a tomar conciencia de la propia respiración.

Soltar todo el aire sintiéndolo caliente, y luego inspirar profundamente llenando los pulmones primero a la altura del estómago y luego en el pecho, sintiendo el aire que penetra, sin pensar en otra cosa. Conviene hacerlo dos o tres veces al día durante cinco o diez minutos.
b) Luego se pueden acompañar estos movimientos con algunas palabras que se dicen mentalmente. Al inspirar puedo decir "vida" y al espirar puedo decir "paz". O, si estoy demasiado obsesionado por una molestia en un órgano, imagino ese órgano, y al inspirar digo: "calma", y al espirar digo "nada", como si el órgano desapareciera por completo.
c) También puedo darle órdenes a ese órgano irritado y decirle repetidamente pero lentamente y con ternura, una misma palabra: "tranquilízate", o "sosiégate", o "serénate".
d) Cuando el cuerpo está lleno de tensiones y los hombros están levantados, la boca apretada, o estoy haciendo presión con los dedos de los pies o con otra parte del cuerpo, puedo recorrer el cuerpo, en una posición cómoda, dándole órdenes: "cálmate". Pero también ayuda intentar que cada parte del cuerpo se deje caer por su peso, los hombros se bajen, todo tienda hacia abajo.
También lo podemos hacer acostados, imaginando que cada parte del cuerpo es de piedra o de mármol, o de hierro, sintiendo cómo tiende hacia abajo; o imaginando que unos hilos están tomando cada parte del cuerpo y tirándola hacia el centro de la tierra. Sintiendo cada órgano pesado y caliente, los músculos se aflojan, dejan de resistirse, se sueltan.
e) Puede ayudar dar una orden a todo el organismo: "Suéltate", "aflójate", "no te resistas". y hacer el gesto físico de soltarse entero, aflojando toda violencia interior, toda resistencia.
f) Además, es conveniente hacer algún ejercicio para percibir mejor las cosas y el mundo. Concentrarnos en un solo objeto: un ladrillo, una fruta, una pelota, una planta, etc. y detenernos sólo a mirar sus detalles, sus colores, pero sin pensar en nada. Sólo percibir esa realidad como si fuera lo único importante del universo.
g) Se pueden usar todos los sentidos: cerrar los ojos, y detenerse a tocar, a percibir con el tacto la forma, la temperatura, la textura del objeto, todos sus detalles; o a oler los perfumes; o a escuchar un sonido, pero sólo percibiendo, sin pensar en nada.
h) Esto puede aplicarse luego a distintas actividades. Al comer, por ejemplo, detenerse sin prisa a masticar lentamente y muchas veces cada bocado, percibiendo el sabor con toda la atención. Lo mismo al tomar un té o un café.
Estos y otros ejercicios tienen el efecto de sacarnos de las ideas fijas de nuestra mente, haciéndonos tomar contacto con el propio cuerpo, con la vida, con la realidad externa. Así nos relajan, nos liberan de la ansiedad y del nerviosismo por estar encerrados en un problema o en una molestia. De este modo, pueden llegar a sanar algunos desequilibrios psíquicos que hacen daño al organismo, y por eso pueden ayudarnos a debilitar una enfermedad agravada por nuestra tensión psicológica.

Pero fundamentalmente, estos ejercicios nos permiten percibir mejor todo lo bueno que nos rodea; nos ayudan a "gustar" de la vida en medio de las dificultades y dolores; así nuestras molestias dejan de ser lo único que nos interesa y pasan a ser sólo una parte de la vida que no nos impide "vivir".

A veces sucede que algunas personas se enferman de gastroenteritis, palpitaciones, alergias y otros males, a causa de un ritmo de vida insalubre: viven deprisa, ansiosos, siempre un paso más adelante, más en el futuro que en el presente. Están almorzando con su familia y la mente está lejos, pensando en mil cosas que hay que hacer después; están haciendo un trabajo, pero la mente está en las posibles vacaciones que hay que planificar; están dialogando con un amigo, y la mente está en unas ofertas que vieron en el supermercado y que quieren confirmar. Quieren terminar todo rápidamente. Todo se les ha vuelto urgente e indispensable.

Pero es precisamente una enfermedad molesta o un dolor lo que puede llevarlos a tomar la decisión de cambiar ese estilo de vida. A partir de una enfermedad pueden optar por vivir más el presente que el futuro, por entregarse a cada cosa sin tener la mente en otra, por ocuparse más y preocuparse menos, sin ansiedad.

Detenerte: esta es una clave para alcanzar un bienestar personal aun en medio de las dificultades. Para eso sería importante que adquirieras la convicción de que cada momento es muy valioso; este instante es absoluto y exige tu entrega total. Posiblemente, por soñar con algo muy grande que no puedes alcanzar, has perdido la capacidad de valorar lo que tienes entre manos, y todo te parece pequeño, insuficiente, indigno de tus sueños, poca cosa.

Ojalá pudieras advertir que esa idea falsa también es un veneno que te debilita y te mata. Libérate de la tentación de creer que este momento, esto que tienes entre manos, es inútil. Todo lo contrario, es tu salvación.

Entrégate de lleno a lo que la vida te presenta ahora: sea un pequeño placer legítimo, un trabajo, el encuentro con una persona, la posibilidad de ayudar a alguien, una tarea manual, un desafío que tienes que enfrentar, lo que sea.

Vívelo a fondo, sin entretenerte pensando en el futuro, en lo que la vida te ha negado y quieres alcanzar, en lo que tienes que hacer después, en tus tristezas y tus proyectos para resolverlas, en el tiempo que pasa y tus prisas.

Vive ahora, deteniendo tu mente y entregándote sólo a esto. Es tu salvación, porque es tu respuesta a la invitación de Dios que te llama a vivir el momento presente, así como es, con las características que tiene, con sus posibilidades, pequeñas o grandes.

Que lo que tengas entre manos sea pequeño, imperfecto o limitado, no significa que no sirva para nada, no significa que sea inútil o inservible.

Puede abrirte el camino para descubrir y gozar cosas mucho más bellas y grandes cuando lleguen. Recuerda: si no vives esto que tienes entre manos ahora, no te capacitas para des cubrir, valorar y gozar otras cosas mejores cuando la vida te las ofrezca.


Por eso los ejercicios que acabamos de mencionar son tan importantes. Te ayudan a estar aquí, en este momento, en este mundo concreto, a vivirlo. Pueden ser una gran ayuda que no sólo coopere en la curación o el control de una enfermedad psicosomática, sino que además te permita vivir más humanamente, cumpliendo aquellos sanos consejos bíblicos: "No te prives de pasarte un buen día" (Si 14, 14) . "No te preocupes por el mañana; el mañana se preocupará por sí mismo. Cada día tiene bastante con sus propios problemas" (MT 6,34).

También cabe tener en cuenta la necesidad de expresar el amor a uno mismo tratando de llevar una vida ordenada, organizando mejor el propio tiempo, seleccionando mejor las tareas, procurando alimentarse sanamente, haciendo algo de gimnasia, caminando más, tomando más contacto con la naturaleza, escuchando música que estimule, yendo de vez en cuando al cine o al teatro, riéndose con los amigos sin prisas, etc.

Camino personal 12
Ámate, respétate, y realiza todas las veces que puedas este ejercicio liberador:

Suéltate, relaja tus miembros, déjate llevar, no te resistas ante las cosas, las personas, los sonidos. Detente a percibir, a sentir la respiración, a sentir tu cuerpo lleno de vida, a tomar contacto con las cosas y a gozar de las sensaciones que se producen en todo tu ser.

Dile NO a toda violencia interior, no le des a nada el poder de perturbarte. Mejor acaricia eso que te inquieta y dile SÍ a la paz interior, que es fortaleza de Dios. Si algo te sigue preocupando repite: "Todo se pasa, todo se pasa, todo pasa...". Si te sientes ansioso por realizar algo, repite: "Nada es urgente, nada es urgente, nada es absoluto...".
Y sigue respirando profundamente.
NOTAS.




(40) Basten como ejemplo: I. L. GONZÁLEZ GARCÍA-L. A. López MENÉNDEZ. Sentirte bien está en tus manos, Sal Terrae. Santander 1999; E. BORÚS, Aprendiendo a vivir; Desclée de Brouwer. Bilbao 20005; N. CABALLERO, La ventana entornada, San Pablo, Madrid 1998.