MADUREZ EN EL EQUIPO DE SANACIÓN

P. Emiliano Tardif

Ustedes que trabajan en el ministerio de sanación han recibido del Señor una llamada a ser sus testigos y en este encuentro se nos invita a reflexionar en nuestra misión de pastores. Deseo dar gracias a Dios, junto con ustedes, por los maravillosos dones de su Espíritu. El Espíritu Santo es un Espíritu de revelación, es un Espíritu de oración, un Espíritu de paz y de alegría. El Espíritu del Dios vivo que ha resucitado el Cuerpo de Jesús en el sepulcro está realmente renovando la faz de la tierra a través de sus dones. Y uno de esos dones que el Señor que el Señor nos regala para acompañar la proclamación de su palabra es el DON DE SANACION.

Y vemos, hermanos, que todos hemos sido llamados como instrumentos para que el Señor pueda manifestar su amor a través de este don. Somos los hijos del Calvario, pero también somos los hijos del Resucitado, del domingo de la Pascua, somos los hijos colmados de un Dios que limpia nuestras lágrimas y nos libera de la muerte, nos libera del pecado y quiere liberamos de la enfermedad también.

Él quiere que seamos sus instrumentos. Es maravilloso ver cómo el Señor está actuando en la Iglesia de hoya través de este don tan extraordinario y a la vez tan sencillo, en el cual el Señor nos utiliza sencillamente cuando Él sana a un enfermo mientras estamos imponiéndole las manos. Es como si nosotros fuéramos los guantes de Jesús y Él dentro de los guantes mete sus manos y hace su obra. Nosotros no somos más que esto. y Él quiere utilizar nuestras manos, quiere utilizar nuestra palabra, quiere utilizar hasta nuestra mirada para llegar al corazón de sus ovejas y sanarlas.

Nuestro Dios vive y es Jesús Resucitado y Él nos grita desde el Apocalipsis: "No temas nada, soy Yo, el primero y el último. Yo soy el que vive. Estuve muerto y de nuevo soy el que vive por los siglos y tengo en mi mano las llaves de la muerte y del infierno". (Apoc. 1, 17-18). Y este es Jesús resucitado que vino a liberamos del pecado, pero nos quiere liberar también de todas las consecuencias del pecado. Y la muerte entró en el mundo por el pecado, nos dice la Biblia. Y la enfermedad en el mundo también viene preparando la muerte y no es voluntad de Dios que estemos sufriendo la enfermedad.

Cuando nosotros, como equipo de sanación, empezamos a orar por una persona que sufre físicamente, una persona que sufre psicológicamente o una persona que tiene profundas heridas en el espíritu, debemos primero descartar de nuestra mente la duda de que tal vez es voluntad de Dios el que este hermano esté sufriendo. Es una falta de espiritualidad que debemos arrancar de nuestra mente. Nunca Jesús ha dicho: "Bienaventurados los que sufren", eso es falso. Lo que ha dicho es: "Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia", pero a nuestros pueblos, en nuestros campos, le han inculcado algunos una falta de espiritualidad sobre el sufrimiento. Y la voluntad de Dios no es que estemos sufriendo, porque Él vino a damos Vida y Vida abundante, en el alma y en el cuerpo. Y este es su deseo.

Y lo primero que quisiera recalcar aquí a estos equipos de sanación es que debemos quitar definitivamente de nuestra mente este prejuicio que puede bloquear en nosotros la acción de Dios. Si yo me imagino que es voluntad de Dios que una persona esté sufriendo, yo no vaya orar por su sanación. Y no es voluntad de Dios. Dios es fuente de todo lo bueno, pero no de lo malo. La fuente de lo malo es el pecado. Hermanos; si fuera voluntad de Dios la enfermedad, yo no tendría derecho ni siquiera a tomarme una pastilla para quitarme el dolor de cabeza, porque estaría pecando contra la voluntad de Dios. Y menos tendría derecho a ir al hospital a operarme para quitarme un dolor, porque estaría pecando contra la voluntad de Dios. Quitemos de la mentalidad de nuestros hermanos enfermos esta idea, diciéndoles que el Señor quiere darles Vida abundante. Ahora, claro, que cuando el Señor tiene otro plan para el enfermo, debemos hacerle entender que también Dios puede utilizar su enfermedad para que él coopere en la salvación del mundo, pero nunca hacerle creer que es voluntad de Dios que esté sufriendo.

Hermanos, Jesús vino a liberamos, y el Evangelio según San Mateo, cap. 8, verso 16-17, nos lo viene a confirmar cuando dice: "Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. Él expulsó a los espíritus con su Palabra y sanó a todos los enfermos. Así se cumplía el oráculo del profeta 'Él tomó sobre Sí todas nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades'". Jesús ha tomado sobre Sí todas nuestras dolencias, nuestras enfermedades y Él quiere liberamos, pero primero quiere liberamos del pecado.

Y vean qué claro nos habla el Señor en el Evangelio sI S. Mateo, cap. 9, verso 1-8, cuando nos dice lo siguiente, en la curación del paralítico: "¿Qué es más fácil decir: tus pecados te son perdonados o decir: levántate y anda? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder para perdonar los pecados, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". Y él se levantó y se fue a su casa y al ver esto la gente se sobrecogió y glorificó a Dios que había dado tanto poder a los hombres.

Cuando el Señor nos envía a una persona para que oremos por su sanación (no vamos a distinguir todavía las clases de sanación) pero tengamos muy presente: primero que el Señor desea sanarlo en su cuerpo, en su subconsciente, pero más que todo en su alma. Y nosotros ahí somos portavoces del Señor para comenzar a decirle que el Señor le quiere mucho y le quiere dar signos de su amor, que le quiere dar paz, salud, pero más que todo le quiere dar su amor y su gracia. Y es una primera invitación al arrepentimiento.

El Señor nos recordó esta necesidad de una manera muy curiosa. Estábamos predicando un Retiro en Santo Domingo y el segundo día el plan nuestro era en la Misa de la noche hablar de la sanación como signo del amor del Señor y después de la comunión hacer una oración de sanación. Y en la tarde, una religiosa que ha recibido varias veces mensajes del Señor que hemos podido comprobar como auténticos, una religiosa estaba en oración y el Señor le habló. (Ustedes saben que eso no es ningún cuento, que si Jesús vive, si Jesús ha resucitado, Él tiene derecho a hablar y nos habla; si le escuchamos, Él puede hablamos. Y le habló). Y le dijo este mensaje: "Dile al P. Emiliano que la vida es corta. Y ella anduvo buscándome, no sabía donde estaba, y me encontró y me dijo: el Señor me dijo clarito que te dijera esto. Le dije: .Pero, ¿qué? ¿será que voy a morir pronto o qué?" Casi me asusté. La vida es corta. Nos pusimos a orar y el Señor nos hizo comprender que lo que Él quería es que en la noche y en la oración de sanación, se le recordara a la gente que está bien que pidamos sanación física, porque a través de esto Él quiere probamos su amor, pero más que todo

Él quiere que pidamos sanación espiritual, porque la vida del cuerpo es corta, pero la vida del alma es eterna. Entonces, yo cambié todo el tema de mi predicación de la noche y empecé recordando a la gente que venían como la muchedumbre del Evangelio, que van a sanarse, pero que Cristo los. ama mucho y los quiere sanar no solamente en el cuerpo, sino en el alma, y les quiere recordar esto, que la vida es corta. E insistí en mi predicación cinco veces recordándoles que la vida es corta. Está bien que pidamos sanación física, pero más importante todavía es que pidamos sanación espiritual.

Y les digo, hermanos, cuando ustedes a la vez que hacen el ministerio de sanación, cuando ustedes se toman el tiempo para presentarle a Jesús como un Salvador que sana en el alma y en el cuerpo y quiere dar la Vida abundante, es maravilloso ver cómo a través de una palabras sencillas el Señor actúa y el Señor quiere dar esa Vida abundante. Y ese poder lo transmite a sus discípulos, como ustedes que son todos testigos, para continuar su obra. Y la Iglesia primitiva tomó muy en serio esta invitación del Señor. Habían oído la invitación del Señor que les dijo: “Id por todas partes a proclamar el Evangelio y estas son las señales que acompañarán a los que crean". (Marcos, final). Y el. Señor nos ofreció señales para acompañar la proclamación de su Palabra, para que el mundo crea. A veces nosotros somos tan vanidosos que pretendemos proclamar la Palabra de Dios sin necesidad de señales.

Un sacerdote me decía: "A mí me gusta mucho predicar, pero no quiero eso de tener milagros y curaciones. Yo no quiero eso". Yo le dije: "¿Tú crees que con tu capacidad intelectual tú puedes hacer más que Jesús con una señal?" ¿Por qué no aceptamos sencillamente 'estas señales que Jesús nos ofrece gratuitamente para acompañar a la predicación de su Palabra? "Y ellos salieron a predicar, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que le acompañaban".

Bueno, hermanos, ustedes ya esta doctrina sobre la realidad de la sanación en Cristo Jesús ustedes la conocen, ahora vamos a reflexionar un poco sobre EL EQUIPO DE SANACION, para madurar en el ministerio de sanación como personas. Tener muy presente que el deseo del Señor es ayudamos, entonces cuando hablamos con el enfermo suscitar en él la confianza en el amor del Señor, el arrepentimiento, quitar de su mente prejuicios de que "tal vez la voluntad de Dios es que yo esté enfermo" y más todavía cuando se trata de enfermedades psicológicas, de obsesiones... Cuando una persona necesita una liberación es imposible que la voluntad de Dios sea que un cristiano bautizado sea dominado, por ejemplo, por una obsesión sexual, es imposible, no puede ser voluntad de Dios. Y hay que convencer de una vez al enfermo que el Señor lo quiere sanar y lo quiere liberar y proclamarle la verdad del Evangelio, de alguna manera, para disponerlo a aceptar lo que el Señor va a hacer.

Y una oración de sanación es maravillosa cuando podemos conseguir mucho silencio, mucha paz. Cuando ustedes están orando solos y las otras personas están ahí diciendo: .sí, Señor, sánalo, Señor, gracias, Señor, gracias, Señor", el pobre enfermo se pone nervioso y no puede saborear la oración que el Espíritu está diciendo a través de ustedes. Una oración de sanación, sea en privado o en equipo, debería estar empapada de mucha paz en el ambiente, de mucho silencio, y que el enfermo se pueda unir a tu palabra y decir en su corazón lo que el Espíritu te impulsa a decir para que haga suya tu palabra. No que haya gente ahí como cotorra que lo vaya afirmando, sino que se una en silencio a lo que el Espíritu dice a través de tí.

Y entonces, el equipo de sanación comienza a actuar, dos, tres o cuatro personas. y estamos descubriendo por todas partes que el Señor, así como nos quiere salvar en comunidad, nos quiere usar en comunidad, y es maravilloso ver cómo a través de un equipo de sanación el Señor está actuando con una generosidad extraordinaria, como que está gozando con nosotros. Y a veces, tenemos la impresión de estar cuatro personas con un solo teléfono, cada uno con su teléfono, pero una sola línea; y el Señor a los cuatro les comunica ,lo mismo. Quiere que podamos discernir en comunidad lo que afirma uno u otro. El equipo que va madurando recibe del Señor dones para confirmar lo que el Señor está haciendo. Uno recibe una imagen mental muy clara y otro recibe en su interior la seguridad de que el Señor está haciendo tal cosa, y el Señor va confirmando a través de uno y otro lo que Él está haciendo.

Pero el Espíritu Santo distribuye sus dones en la comunidad como lo quiere, según su voluntad. Y la fe de una comunidad reunida, aunque sea pequeña, es muy poderosa. Las curaciones más grandes que he visto en mi vida, gracias a Dios, han sido en comunidades muy numerosas; cuanto más grande es la comunidad, más grande es la fe, y es como una fe contagiosa. Una noche teníamos una asamblea un poco exagerada, que tuvimos que cortarla, pero según la policía nacional había unas cuarenta mil personas reunidas en el parque y orando, y celebramos la Misa desde un techo para la gente que estaba reunida. Y ahí en ese gentío tan grande, el Señor comenzó a actuar con poder durante la oración de sanación. Y no es que el equipo de sanación no vale, es maravilloso, pero fíjense, como equipo pequeño tiene una fe comunicativa, uno con otro, y cuando es un grupo grande es esa fe comunicativa, es como un rayo de sol que cubre la asamblea y la fe de uno se comunica al otro, y ahí el Señor actúa con poder sanando.

Una ciega que llevaba diez años sin ver, que era limosnera en el pueblo. y en la noche, en esa gran. asamblea de oración, el Señor la sanó, y al otro día ella podía distinguir los colores perfectamente, no podía leer porque no sabía leer, pero podía distinguir los colores perfectamente, y alabando a Dios y dando testimonio para gloria de Dios. los grupos grandes tienen esa ventaja, de una fe colectiva, de una fe comunitaria, que se contagia de uno a otro. Y es lo que decimos en la liturgia de la Misa: .Señor, no mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia".

El equipo cuando el Señor nos habla a través de una imagen mental que confirma con una palabra de ciencia dada por un miembro del equipo o por una profecía o por un signo físico de la curación, el equipo tiene más seguridad de la presencia del Señor. Porque lo que nos está matando es la duda, dudamos, somos cerebrales, quisiéramos analizarlo todo, es lo que más nos cuesta; aceptar cosas que no entendemos de ninguna manera. Pero cuando en el equipo una persona recibe del Señor un mensaje y la otra lo puede confirmar con una imagen mental que está viendo, como en una película... Y la Otra la puede confirmar, cuando se trata de sanación física, con un signo sensible, como pasa de vez en cuando... Es maravilloso y a través del equipo, el Señor fortalece la fe de todos.

Hermanos, no todo signo físico asegura que la persona se está sanando. Ustedes saben que hay muchas personas que reciben el don de sanación y (cuando oran) sienten físicamente la enfermedad de la persona que .comienza a sanarse. lo sienten físicamente durante unos momentos o durante unos minutos. Y a partir de ahí declaran que la persona se está sanando. Y hay que tener mucho cuidado, no siempre significa que la persona enferma se está sanando, sino que el Señor le está quitando su dolor, pero a veces no se sana.

Un caso de una catequista que fuimos a visitar y que sufría del hígado y estaba muy enferma, sufría muchísima. Tenía treinta y dos años de edad y estábamos orando por ella tres personas, y por nuestra falta de experiencia una persona del equipo sintió el mismo dolor que la catequista. Y en ese mismo momento, la catequista comenzó a llorar diciendo que ya no sentía nada, que el Señor le había quitado su dolor. Y entonces nosotros creíamos que el Señor la estaba sanando, y pasaron ocho días sin dolor ninguno, y alabando a Dios y cantando, pero después el Señor la vino a buscar, murió tranquilita, únicamente el Señor le había quitado su dolor, pero no la había sanado, y el signo físico puede significar que la persona se está sanando, pero también puede significar que la persona el Señor la está aliviando, quitándole el dolor. Pero si el Señor tiene el plan de venir a buscarla ese día, no va a cambiar la fecha de su muerte, sino que le quita el dolor y le da pasar los últimos días sin dolor.

¿Qué es lo que nos asegura que una persona se está sanando? ¿Qué es lo que nos da más seguridad? Lo que nos da más seguridad es una palabra de ciencia, pero es lo más difícil, no de aprender porque no se aprende, pero de aceptar. Cuando el Señor nos comunica una palabra de ciencia de que se está sanando una persona de tal cosa, cuando estamos en un equipo y uno recibe una palabra de ciencia, y otro recibe la confirmación a través de una imagen mental o de un signo, eso nos ayuda mucho. Pero si queremos analizar la palabra de ciencia vamos a rechazarla, porque nos parece imposible, y más todavía como algunos decían anoche, ¿cómo puede uno decir que son tantas personas (siete o tres), cómo lo sabe? Eso es imposible, eso es inventado, decía uno esta mañana. Hermanos, les digo una cosa. La palabra de ciencia llega con tanta seguridad que tenemos que decirlo tal como llega. Es como un telegrama que me llega y yo no puedo cambiar del telegrama ninguna palabra, ninguna letra, yo lo doy Y lo leo tal como está, ¿verdad? Y si el Señor me comunica que está sanando a tres, yo comunico que son tres, yo no puedo decir dos ni cuatro, porque son tres. Y ¿cómo se explica eso? No lo sé, pero es así.

La primera vez que a mí me pasó esto (y yo sé que varias personas de entre ustedes tienen este conocimiento) la primera vez que me pasó, yo estaba en un campito de La Loma y eso el Señor me lo regaló porque yo acepté no ir al Congreso de Roma, yo estoy seguro. Yo había aceptado desde Puerto Rico ir a Roma, al Congreso de la Renovación Carismática, y llego a la República Dominicana y el Consejo Provincial decide que yo no debo ir, que deje mi puesto. a un sacerdote nativo. Entonces, yo pensé: por una vez en mi vida voy a tratar de obedecer sin criticar, y acepté en silencio, callado, el mes de febrero no ir al Congreso. Nadie me reemplazó porque en aquel tiempo había muy pocos sacerdotes metidos en la Renovación, pero me traté de callar y me iba a una loma a caballo, a una capilla lejos a celebrar una Misa y una vez al mes acostumbro hacer una oración de sanación después de la comunión. Y estaba orando por la comunidad reunida y después de la oración comencé a orar en lenguas y me vino a la mente una palabra tan clara como un anuncio que pasa en la televisión, y decía “epilepsia", yo me asombré. Había oído decir que eso existía, pero no lo había comprobado. Me quedé callado y seguí orando en lenguas. Y pasó otra palabra, clarita, que decía “corazón" y ya, por primera vez, me lancé a decirlo. Es un riesgo grande y a uno le cuesta una barbaridad. Pero el Señor fue tan bueno que a mí me dio la experiencia en un campito donde no había profesionales ni intelectuales... Y entonces, dije: "Hay una persona en la asamblea que está sanándose de epilepsia y, para gloria de Dios, yo le pido que se identifique para que demos gloria a Dios". Salió la persona, que en ese momento fue sanada por el Señor y nunca más volvió a sufrir epilepsia. Y a mí me sanó mi incredulidad, porque yo tuve que comprobar que eso era verdad. Después he preguntado varias veces y la muchacha ahora es catequista estupenda y no sufre más de epilepsia porque el Señor la sanó.

La otra palabra, “corazón", me dije: ¿qué será? Dije: "Hay alguien que se está sanando del corazón en la asamblea", porque esa palabra había pasado tan clara como la primera. Y el hombre que cuidaba la capilla levantó la mano y dice: "Me acaba de entrar un calor tan grande en el pecho que creo que soy yo, yo sufro de corazón". Dimos gracias a Dios y era él al que el Señor había sanado. Yo les doy estos ejemplos para que ustedes sepan que el Señor puede utilizamos a todos para revelamos sus secretos, lo que está haciendo y poco a poco, si ustedes están atentos a la palabra de ciencia, el Señor va agregando detalles, va dando más detalles. A veces nos dice claramente cuántas personas se están sanando, a veces nos dice cuántos años llevaba la persona sufriendo. Y con una persona muy sencilla que es catequista en la República Dominicana, que tiene la palabra de ciencia, ya varias veces en una gran asamblea el Señor le comunica el nombre y apellido de la persona que se está sanando y de qué enfermedad se está sanando. Ella lo anuncia con mucha sencillez y lo verificamos y es cierto.

Un día estaba predicando en un Retiro en una iglesia donde .había cuatrocientos catequistas y nos gusta orar en grupo, pero esa mañana ella me ayudaba a predicar en el Retiro carismático y después de la Comunión en la misa de clausura hicimos una oración de sanación y ella tuvo una palabra de ciencia clarita, y la dijo sin temor. Dijo: hay un señor que se llama Carlos García, que se está sanando en este momento de la pierna derecha. Y como era la primera vez que yo veía eso, yo sabía que existía en otros lugares, yo cogí el micrófono y pregunté quién es Carlos García, para verificar, porque era mucha precisión y a mí me costaba mucho aceptarlo. Y buscamos y nadie levantaba la mano y. pregunté de nuevo ¿quién es Carlos García? y entonces nos dimos cuenta de que la iglesia tenía persianas bajitas y en la persiana había un campesino sin zapatos, que estaba ahí siguiendo la misa desde fuera porque no estaba en el Retiro, y él con la mano levantada confirmó que se llamaba así y que se había sanado de la pierna derecha. Y nosotros ¿quiénes somos para bloquear la acción del Señor y prohibirle que Él manifieste a través de los cristianos las maravillas de su amor, lo que Él está haciendo?

Lo que nos falta es un poquito más de fe para aceptar que Él haga lo que le plazca a través de nosotros. Él quiere despertar la fe y entonces en un grupo de sanación hay palabras de ciencia que ayudan mucho, pero el grupo tiene la gran ventaja de que hay un discernimiento comunitario que ayuda. Y el Señor es tan bueno que siempre le da a alguno del grupo una confirmación, de alguna manera, de lo que está pasando. Si con una palabra de ciencia anuncia algo, habitualmente hay uno en el equipo que puede confirmarlo o negarlo, porque también puede ser que nos equivoquemos.

El Señor da al equipo de sanación un discernimiento comunitario, es maravilloso. Nosotros desde que llegamos a Caracas (Evaristo, María, Chicho y yo) hemos gozado muchísimo. Nosotros estábamos comentando esta tarde que no hace falta ir al teatro, porque el Señor nos está presentando películas de la vida de sus ovejas que necesitan ser sanados “en tal época de su vida”, películas con paisaje lindo a colores... Es maravilloso y ¿por qué vamos a negar al Señor el derecho de hacer todo esto? Eso es lo que más nos duele cuando estamos convencidos de que el Señor actúa y que lo hemos podido comprobar. Y que vemos los pastores de la Iglesia de Dios que quieren negarle a Dios su poder de hacer esto y dicen: "Oigan, eso no debe decirse!", pero ¿para qué nos lo dice el Señor? para. nosotros no nos hace falta, Él nos comunica las maravillas de su amor para la edificación de la fe en la comunidad. Ahora, yo estoy de acuerdo de que en algunos casos es para nosotros! En dirección. espiritual ha llegado a veces a uno un conocimiento que ni siquiera delante del equipo lo decimos, llamamos a la persona aparte, hablamos con ella y puede ser que sencillamente lo primero que necesite es una buena confesión o algo así; eso no es para ponerlo en público... Pero lo que el Señor revela al equipo no es (como decía un miembro del equipo esta mañana) porque el Señor sea chismoso y está sacando a flote a la vista del equipo los errores de esta ovejita, sino porque Él quiere manifestar a esta oveja todo el amor que le tiene y quiere sanar la herida más pequeña que le quede. No hay nada que te duela a ti, que no le duela al Señor. Todo lo que te duele a ti, le duele al Señor y Él te quiere sanar de "esto" y él ha tomado sobre Sí todas nuestras dolencias y por sus santas llagas somos curados.

El Señor está sanando a su pueblo y si le damos permiso y si oramos, Él no solo va a sanar a dos o tres sino a cientos, no solamente en el cuerpo sino en el subconsciente, las heridas emocionales... Yo tenía otra charla preparada, pero no es lo que quería el Señor, porque me llevó por otro lado. Mientras vienen María y Evaristo voy a leerlos algunos puntos de esta charla:

Con gran sensatez los que ejercen el ministerio de curación, como lo hacía Kathryn Kuhlman o el P. Mac Nutt, insisten en los puntos siguientes:

1º La fe es necesaria, pero el que ora por la sanación no pone su confianza en su propia fe ni en este o aquel don, sino en Jesucristo. Yo no tengo fe en mi propia fe, como dice el P. Mac Nutt en uno de sus artículos, sino en Jesucristo, Él es el que salva y el que cura. Y ¡qué pena cuando vemos a una persona que tiene el ministerio de sanación y que le dice al enfermo: "tú no te sanas porque no tienes fe"! ¡Qué pena! Ya este enfermo ya tiene bastante con sufrir su enfermedad, además se le acusa de no tener fe!... Les voy a decir una cosa: el Señor nos sana con la fe que tenemos, porque la fe es un don de Dios, es Él el que la regala. Cuando me sanó a mí yo tenía fe en que Dios existe, pero yo no tenía fe en que me iba a sanar, porque yo era misionero en Santo Domingo durante diecisiete años y los últimos ocho años había sido provincial de mi Congregación, luchando y trabajando duro para edificar seminarios, centros de promoción, centros de catequesis, edificando la Iglesia material; tanto, que me enfermé. Incluso había llegado a publicar en la revista cuando era su director, que en América Latina no hacía falta más oración sino más promoción humana y todos los artículos en contra de la Renovación Carismática, pero el Señor, riéndose, permitió que me enfermara, en mi "afán de trabajar, de tuberculosis pulmonar muy grave y me fui a Canadá muy' enfermo y allí, después de examinarme los médicos y ver exactamente lo que tenía, tuberculosis de los dos pulmones muy avanzada; entonces, no habían comenzado el tratamiento y llegaron a mi habitación cinco carismáticos, familiares y amigos, que me fueron a ver; otros que me venían a visitar me llevaban dulces..., pero ellos me llevaron oración. Y me dijeron: "Padre, ¿usted cree que el Señor le puede sanar?" Yo no iba a decir que no, porque era sacerdote misionero, pero yo no creía que me iba a sanar! Yo lo que dije es que "Claro que Dios puede sanar", pero creer que Dios te puede sanar y creer que te va a sanar, es muy distinto, yo no creía que me iba a sanar, pero ellos sí creían y oraron por mí. Y el Señor me sanó, de tal manera que nunca he tenido más salud que ahora, estoy perfectamente bien, salí del hospital; yo podía haber salido a los tres días porque yo estaba bien, pero los médicos no me permitieron salir; comenzaron de nuevo todo su examen, porque yo estaba bien y no sentía más nada... Ellos me examinaron de nuevo y ya no tenía nada, se les había perdido mi tuberculosis y salí del hospital a final de mes, sin pastillas, sin inyecciones... El Señor me había sanado de tuberculosis pulmonar.

Señor sana con la fe que tenemos, porque yo no tenía mucha fe, tenía fe en que existe, pero no creía que me iba a sanar. Hay que tener fe en su amor, hay que tener fe en que Él lo quiere hacer y Él nos dice: "Pedid y se os dará” y cuando tomamos la Palabra de Dios en serio Dios nos toma en serio, y este es el secreto, que nosotros no tomamos en serio lo que dice el Señor cuando nos manda a proclamar su Evangelio y nos dice: "Vayan por todo el mundo anunciando mi Evangelio y he aquí los signos que acompañarán a los que creen: en mi Nombre impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán curados". . y lo que Él dice lo. cumple, porque Él es fiel a su promesa, pero él quiere que lo aceptemos y esta fe hay quepedirla porque no la tenemos, pero Él sana con la fe que tenemos.

2º La fe es necesaria. pero más todavía la caridad. La fe es importante, pero es impotente si no va acompañada de una compasión verdadera, de un verdadero amor hacia aquel que sufre.

3º Algunas curaciones son instantáneas. pero la mayoría necesita toda una convalecencia. que al mismo tiempo se corresponde con una lenta y progresiva reestructuración de la fe.

Y ahora, hermanos, vamos a abrir el diálogo sobre los tipos de enfermedades, yo se las voy a enumerar de nuevo, y vamos a dialogar cómo el equipe de sanación debe enfrentarse con una persona que pide oración. Acuérdense que hay:


1º La enfermedad de nuestro espíritu, causada por nuestros pecados personales.

2º La enfermedad emocional, causada por heridas emocionales a través de nuestras relaciones interpersonales o por la ansiedad o por traumas del pasado...

3º La enfermedad física; causada por un malo por un accidente.

Pero, además, cualquiera de estas tres enfermedades (pecado, problemas emocionales, enfermedades físicas) pueden ser causadas por una opresión diabólica y en este caso, siendo una causa distinta, se requiere un tratamiento distinto: la oración de liberación o el exhorcismo.

Entonces, son tres enfermedades clásicas, pero cuatro clases de oración


- La oración de arrepentimiento, para sanar el espíritu, el alma.

- La oración para la sanación interior, por la curación de los recuerdos, de las heridas emocionales, las heridas psicológicas.

- La oración por la curación física, para las enfermedades del cuerpo y

- La oración de liberación.

La oración de liberación cuando se trate de casos de influencias de espíritus malignos, la dividimos en dos:


- Hay una que se hace a través de un exhorcismo litúrgico que hace el sacerdote delegado por el obispo, en casos de posesiones diabólicas.

- La otra se hace a través de un exhorcismo carismático o exhorcismo sencillo, que es la oración de liberación. La oración de liberación se hace, sea para liberamos de opresión diabólica, cuando hay una influencia maligna en el cuerpo, hablamos de opresión diabólica o de liberamos de obsesión diabólica cuando es en la mente. Por ejemplo, alguien que sufre de una obsesión sexual, necesita una oración de liberación de una obsesión diabólica. Alguien que sufre de un "espíritu de enfermedad" necesita una oración de liberación también, pero el Señor le libera de una opresión diabólica.

En el Evangelio vemos un caso claro de una opresión diabólica de una persona que sufría de un espíritu de enfermedad (Luc. 13, 11). Algunos psicólogos pretenden que no existe este espíritu de enfermedad, pero para ayudamos a creerlo el Señor lo ha confirmado en muchos casos y les doy este: Un hombre de Santo Domingo sufría de esa enfermedad, también estaba encorvado, catorce años caminando sobre las manos y los pies, como un animal; no podía enderezarse. Y en una asamblea de oración, una noche que había mucha gente, este hombre que se llama Julio Núñez, se enderezó; sudando, sudando, se puso de pie después de catorce años caminando sobre las manos. La gente se emocionó mucho y todos dábamos gracias a Dios y el hombre se quedó tan sano que empezó a trabajar en la agricultura y dando testimonio por todas partes.

Pero, en el mes de julio de este año, después de un año y medio sano trabajando, un día: le atajó el mismo dolor, lo mismo, y volvió a caminar sobre las manos de nuevo. Y nosotros íbamos a predicar. un Retiro en aquel pueblo y yo pensaba que ese hombre iba a ser el gran testigo -como testimonio de curación física- y llego allá y la primera noticia que me dan, se me acerca una señora (todavía no había bajado del jeep) y me dice: "Padre, a Julio le volvió la cosa". ¿Qué? Dice: "Sí, le volvió lo mismo. Que le duele mucho la cintura y no puede caminar, está caminando sobre las manos de nuevo". Digo: "Pero ¡si no puede ser, porque el Señor lo sanó! Dígale que venga al Retiro, vamos a orar por él". Y me dicen: "No, no puede venir al Retiro porque está muy mal, no puede enderezarse". Y le digo: "Búsquenlo como quiera que vamos a orar". Y le buscaron a lomo de caballo y lo trajeron a la capilla.

El equipo del Retiro estaba ahí y empezamos a orar, pero durante la oración el Señor me dio un discernimiento de que ese hombre lo que tenía era un "espíritu de enfermedad", me vino a la mente clarísimo. Entonces, cambiamos la oración y dije sencillamente esto: "Espíritu de enfermedad, yo te mando y te ordeno en el Nombre de Jesús, que salgas de este hijo de Dios y de esta casa y te vayas al infierno donde te encadeno, en el Nombre de Jesús.. Y enseguida, Julio se enderezó de nuevo y dijo: .Ya no me duele". Y se quedó en el Retiro y luego dio su testimonio. ¡Gloria a Dios! Es que el maligno le quería quitar a Dios la gloria de un testimonio yeso sucede a veces. No hay que ver el "espíritu de enfermedad" en todas partes, pero hay personas que se sanan y a los seis meses les vuelve su dolor, ¡cuidado! si no es que algún "espíritu de enfermedad" le quiere quitar a Dios la gloria del testimonio que está dando, porque eso pasa.