LLAMAR A OTROS AL SERVICIO

Nancy KELLAR

Cuando visito grupos de oración oigo a menudo a los líderes decir: "Nadie se ofrece para servir. No hay compromiso". Por otro lado, a veces en el mismo grupo, los miembros dicen: "Los líderes son los que siempre hacen todo. ¿Por qué no dan oportunidades de servir a los demás?".

I. DELEGAR: DANDO RESPONSABILIDAD

Un aspecto clave en la Renovación Carismática es llamar a otros al servicio. Los líderes fundadores de grupos, tuvieron inicialmente, que hacer casi todo ellos mismos. Y a veces no vieron la necesidad de soltar las riendas cuando otros mostraron su buen voluntad de ayudar y sus dones se manifestaban. Pero hemos de reconocer que el servicio debe ser compartido para que todos puedan comprometerse en el grupo.

Los equipos de líderes que lo hacen todo, pueden entorpecer a otros que están creciendo en el Señor y en el compromiso. Los líderes verdaderos aprenden a entregar sus trabajos sin retirarse del grupo, sino caminando "más" en lo que el Señor tiene para ellos: el pastoreo, la enseñanza y evangelizando de muchas formas. Los nuevos hermanos pueden así integrarse en responsabilidades directas y crecer en el sentido de pertenencia al servicio. A veces el "quemarse" en los líderes se da por aferrarse a "lo bueno" de ayer mientras pierden "lo bueno" de hoy.
II. CÓMO LLAMAR A OTROS AL SERVICIO
Sentido claro de la misión

Los líderes deben tener y ser capaces de infundir, en los demás miembros, un visión clara de la misión del grupo de oración. Esta visión tiene que ser suficientemente grande y clara para garantizar un compromiso pleno. ¡Nadie se lanzará a hacer cosas si no ve que vale la pena! Si Jesús encontró una respuesta, al llamar a los discípulos a servir, fue porque tenía un plan divino, proclamado con una clara visión espiritual.
Intercesión

Los líderes deben orar especialmente para que el Señor llame a nuevas personas a servir y también invitar a miembros del grupo de oración a compartir la intercesión. Necesitan buscar hombres y mujeres que crecen en amor, paz y humildad porque "han estado con Jesús".

Personas capacitadas, potencialmente para crecer en el amor a los demás como Jesús nos amó, hombres y mujeres pacificadores, capaces de relaciones correctas. Servidores humildes, que confían en el poder de Dios, no en su propio poder.
Establecer relaciones personales

Para los líderes es importante establecer una relación personal con los miembros de los grupos de oración. La oración de Jesús con sus discípulos fue una relación personal, no profesional. El servicio que realizaban provenía de que Él los conocía y valoraba como personas. No podemos llamar a quien no conocemos. Ni discernir los dones de la gente si no la tratamos. Los que no se sientan amados por nosotros, tendrán miedo al riesgo necesario para dar el paso.
Enseñanza

Las enseñanzas prácticas sobre diferentes temas, pueden ayudar a otros a entrar en el servicio. Los temas más importantes son:

1) Valor y variedad del servicio. Los hermanos tienen que aprender que serán muy bendecidos por el Señor cuando busquen ser una bendición para los demás en el servicio. La mayoría de la gente no da un paso adelante porque no cree estar capacitada. "Que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido" (1 Pe 4, 10). Los líderes necesitan animar a la gente para que nadie niegue su ayuda. El servicio no es una recompensa a la santidad, sino un camino hacia ella.

2) Los distintos dones para el servicio. Hay que enseñar también la variedad de dones que existen para el servicio para que puedan entregarse a ellos. Necesitan ayuda para ver sus habilidades y talentos naturales. Hemos de cuidar que la gente no espere que su ministerio "caiga" sobre ellos; o se fíe de una profecía para descubrir su don. ¡La necesidad es la llamada!. Es importante dar enseñanzas sobre el don de trabajar juntos, dones de visión y discernimiento, de pastoreo y administración.

3) Ordenando las prioridades. Nadie podrá descubrir sus dones si su compromiso es parcial. Antes de discutir los dones, Pablo nos dice: "Preséntate ante Dios como un sacrificio vivo" (Rom 12, 1-8). Por otro lado es de vital importancia enseñar cómo equilibrar el tiempo de que disponemos; ver si se puede servir sin un compromiso excesivo.
III. DESCUBRIR LOS DONES

Llamar a la gente al compromiso.

Con frecuencia los miembros de los grupos de oración no quieren ser voluntarios. Los líderes necesitan llamarles para que ayuden. La afirmación personal que se produce al ser llamados les inspira auto confianza.

"Nancy, quiero que des tu testimonio". Hace años, el padre Jim Ferry pronunció estas palabras para llamarme a servir. Estaba sentada en el segundo banco de una Iglesia, ansiosa de oír a los conferenciantes en la misión parroquial que dirigía el padre Jim. Después de la conferencia principal, bajó del altar y me pidió que diera mi testimonio, volviéndose sin esperar mi respuesta. Estaba demasiado lejos para discutirlo, así que di mi testimonio ante seiscientas personas. Si me hubiera dicho: "Cuando estés preparada, dalo", nunca hubiera salido. Y no estaría enseñando y dirigiendo hoy. A veces necesitamos llamar a otros al servicio dándoles un empujoncito.
Compromiso a corto plazo

Conviene animar a la gente al servicio, comenzando por cosas pequeñas, pidiéndoles trabajos concretos con explicaciones claras. Ofrecerles la oportunidad de compromisos a corto plazo. Necesitan saber también a quién deben rendir cuentas y poder recibir ayudas evaluando su propia efectividad. La gente esta preparada para servir cuando siente que su servicio es discernido y valorado. Necesitamos gente con dones, dispuesta a recibir enseñanza.
Animar

Los líderes, tanto veteranos como novatos, tienen que permanecer en contacto con la Iglesia y el resto de la Renovación si han de continuar en el compromiso. Necesitan recibir formación continua para tener una visión más amplia de lo que Dios está realizando.

Cuando hacemos todo lo que nos piden, debemos pensar siempre: "Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer". y estar abiertos a todo lo que nos pida el Señor para el servicio de su pueblo.

(Nuevo Pentecostés, n. 61)