DISCERNIMIENTO EN EL MINISTERIO DE SANACIÓN

P. Emiliano Tardif

A la hora de ejercitar los ministerios de Sanación y de liberación, es muy importante el discernimiento porque podrían cometerse muchos errores en el apostolado y en la práctica de estos servicios a los hermanos.

Por eso tenemos una necesidad urgente de crecer en el discernimiento, de cara a la Renovación Carismática que surge como una sorpresa del Espíritu en la Iglesia. Debemos ejercitar un discernimiento espiritual que nos llevará a distinguir lo que viene de Dios y lo que no viene de Dios.

I

Un criterio del discernimiento es nuestra actitud con Jesucristo. Ustedes aquí no sé si tienen sectas o no..., como los testigos de Jehová, que dicen que Jesucristo fue un gran profeta pero no es Hijo de Dios, como los mahometanos que tampoco aceptan que Jesucristo es hijo de Dios... y sin embargo, nos dice Jesucristo en el Evangelio: "Yo soy el Camino, nadie va al Padre sino por mí". Tenemos en Nueva York una nueva secta que nosotros llamamos "los discípulos de Moon", los munistas, y ellos invocan a Dios Padre, invocan al Espíritu Santo, pero dicen que Cristo fue un gran profeta que murió y que el Mesías es Moon, ese surcoreano que vive en Nueva York, un multimillonario, que se divorció varias veces, y ahora se declaró "el Mesías" y tiene muchos discípulos en América Latina y en Francia, en Europa... Ya son millones los discípulos de Moon... Entonces, ellos no aceptan a Jesucristo como Hijo de Dios, dicen que Jesucristo fue un gran profeta, pero que Moon es el Mesías hoy. Y nos dice Jesucristo: "YO SOY EL CAMINO, NADIE VA AL PADRE SINO POR MI".

Nuestra actitud con Jesucristo nos ayuda a discernir si la decisión que estamos tomando realmente viene del Espíritu Santo o si puede ser impulsada por el espíritu de mentira...

Una de las condiciones más importantes para el ejercicio del discernimiento espiritual es un contacto constante y sincero con la Palabra de Dios. Y si un consejo podemos darles a los hermanos de la Renovación es que se alimenten de la Palabra de Dios, que la estudien, que traten de seguir alguna clase de orientación bíblica para conocer más y más el contenido de la Revelación, para orientar sus propias vidas con seguridad.

Otra condición para un discernimiento correcto es la oración. La oración nos pone en condición de ventaja para buscar la voluntad de Dios. La persona que ora mucho claro que va a recibir más orientación, más luz del Señor, que el otro que no se preocupa por buscar la voluntad de Dios a través de la oración.

II

Y otra condición es la libertad de espíritu. Para el ejercicio de los carismas se necesita mucha libertad de espíritu, y para discernir también. En algunos grupos carismáticos, (no sé si aquí, hemos visto que sucede en nuestro país) personas que animaban grupos de oración grandes y el dirigente o la dirigente no se atrevía a corregir a Fulana porque daba profecías que todo el mundo sentía que no eran del Señor, pero como era una gran señora profesora en la Universidad y que sabía mucho, no se atrevía a corregirla. Y eso todo el mundo sentía que no era del Señor, y que le faltaba al dirigente libertad. No podemos permitir que pase cualquier cosa si es Fulano quien lo dijo y no me atrevo a decírselo "porque él estudió más que yo".

Necesitamos libertad de espíritu para corregir a los que se están equivocando y necesitamos libertad para nosotros ejercitar un carisma.

Porque si yo me preocupo mucho por los que van a decir los otros y tal vez se van a burlar de mí o me van a criticar, jamás voy a abrir la boca para dar una profecía... Yo recuerdo lo que le pasó a un profesor de Universidad, de X, que recibió una noche en una asamblea de oración donde había unas quinientas personas el don de profecía. El era un profesor en Orientación en la Universidad y él recibió la profecía pero no quería abrir la boca, porque la profecía a él le parecía imposible dar lo que el Señor le estaba dando, y la profecía comenzaba con estas palabras: "Yo soy el Señor". Y él pensaba: "Si yo comienzo diciendo esto me van a decir que estoy loco", y él no quería abrir la boca. Y la profecía venia impulsada por el Espíritu y él con este temor a lo que van a pensar los demás, él no quería soltar la profecía. Total, él nervioso y estaba al final de la asamblea de oración casi temblando, porque era una profecía impulsada con mucha fuerza y él no la daba. Y al final, abrió la boca y comenzó la profecía que comenzaba con esa palabra: "Yo soy el Señor", y era el Señor que nos hablaba, pero era una profecía tan hermosa que él durante dos minutos habló con tanto poder y fuerza en la asamblea, y al final había por lo menos veinticinco o treinta personas que estaban llorando en al asamblea. Porque la palabra de Dios es operante en los que creen, es eficaz, y cuando una profecía es auténtica Palabra de Dios, actúa y a veces sana corazones heridos, corazones rotos.

La Palabra de Dios actúa y a veces es tan fuerte que algunos la reciben con una emoción muy fuerte y empiezan a llorar y lo que pasó en aquella ocasión es que era una profecía de consuelo para muchas personas de la asamblea y tocó sus corazones tan fuertemente que sentían eso que dicen los discípulos de Emaús: "Acaso nuestro corazón no ardía cuando Él nos hablaba?". Cuando es Palabra del Señor y llega al corazón, sucede a menudo que hay un fruto de sanación interior o de arrepentimiento, un cambio de mentalidad... y por eso él, al dar la profecía que venía del Señor, fue un instrumento para que el grupo cambiara. Pero si no tiene libertad de espíritu y si no quiere abrir la boca y dar esa profecía que le da el Espíritu del Señor ¿qué va a pasar? Es lo que dice San Pablo: "No apaguen el Espíritu". Y en muchos sitios se apaga el Espíritu, en muchos países se apaga el Espíritu. Es decir, que es posible recibir carismas del Espíritu y no ponerlos al servicio del pueblo de Dios. Se apaga el Espíritu y da pena.

Yo conozco un grupo de oración que tenía carismas hermosos y donde el Señor se había manifestado en sanaciones interiores, en sanaciones físicas, en profecía, en cantos en lenguas, en mensajes... Y resulta que un día nombraron en la parroquia a un sacerdote muy intelectual y muy cerebral que no quería nada de esto; pero él iba a la asamblea de oración porque siendo el Párroco se sentía como obligado a estar presente. Y resulta que como él no quería nada de esto y a la gente le decía que eran invenciones suyas, poco a poco la gente fue dejando de profetizar; fueron dejando de cantar en lenguas, dejaron incluso de orar por los enfermos, no daban palabras de ciencia para no ser burlados por el párroco, y ya era una Hora Santa vieja la que había en la iglesia, ya no había grupo de Renovación carismática porque estaban apagando al Espíritu y no había manifestación alguna de esa presencia del Espíritu.

Y da pena, hermanos, que con el pretexto de juzgarlo todo algunos exageran y no permiten manifestaciones del Espíritu, y otros con el deseo de dar mucha libertad a la asamblea dejan pasar todo y no ejercitan un discernimiento correcto y entonces hay mucha falsificación. Y si nosotros no lo cuidamos, las falsificaciones son capaces de hacer un daño grande a nuestras comunidades carismáticas, tanto que si toleramos las falsificaciones sin decir nada, la gente poco a poco se va a desilusionar y va a dejar de ir a la asamblea, va a dejar de participar en las actividades de la comunidad y van a decir: "son una pandilla de locos", porque cada uno hace lo que quiere y nadie tiene criterio para discernir; nadie está frenando lo que no viene de Dios...

III

Yo recuerdo cuando estuvimos dando un Retiro en Nicaragua, encontramos ahí una cosa muy helada; ellos no habían tenido la suerte de recibir retiros de la Renovación en Managua, pero tenían grupos que habían comenzado y habían ido caminando a su manera. Y entonces, hemos visto cómo una señora se daba la tarea de interpretar toda una oración en lenguas; alguien estaba orando en lenguas, y ella estaba al lado interpretando a su manera todo... Cuando sabemos que una oración en lenguas no se interpreta; lo que se interpreta es el mensaje el lenguas, pero la oración en lenguas no se interpreta. Cuando nos ponemos a orar en lenguas todo el mundo, no hay que buscar interpretación, de verdad que no. Dice San Pablo que "el que ora en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios". Y en ese grupo de oración, cuando alguien oraba en lenguas, ella "lo interpretaba"; lo inventaba todo, porque no era ningún mensaje que se estaba dando; estaban orando en lenguas... y tuvimos que corregirles esto. Pero, a través de sus interpretaciones, ella había dicho que teníamos que pasar los tres días en Managua, que no fuéramos a otro sitio donde habíamos quedado, sino que nos quedáramos en Managua centralizándolo todo y lo "interpretaba" ella, inventándolo después de una oración en lenguas. Y ¡la gente lo creía!... y yo les dije: "Vamos a ver si el Señor tiene razón, nosotros vamos a ir a la otra ciudad, y si el Señor no quiere nos lo impedirá, pero llegamos a X y tuvimos tantas bendiciones que no tuvimos duda de que era la voluntad de Dios que fuéramos allí. Y entonces, algunos se van porque dicen: "Es todo demasiado complicado", y pierden una bendición grande que se está derramando en la Iglesia. Los dirigentes debemos aprender a crecer en el discernimiento, a ver los frutos, a juzgar lo que está pasando con los carismas, y si hay frutos bien, y si no, es que no era del Señor. Este principio tan sencillo hay que ejercitarlo.

Yo recuerdo que en mi parroquia había un catequista de unos veinte años de edad y estaba fascinado con la Palabra de Ciencia; él encontraba eso fantástico. Cuando comenzarnos a anunciar alguna sanación en la asamblea de oración a él eso le encantaba y quería recibir ese carisma. Y entonces, una noche en su grupo de oración, después de orar por los enfermos comenzó a anunciar que uno se sanaba del hígado y otro se sanaba del corazón y que otro se sanaba de la mala circulación de la sangre... y la gente estaba fascinada, y decía: "Ya tenemos a uno que tiene Palabra de Ciencia, qué maravilloso!". Y a la semana siguiente, al llegar a la asamblea de oración estaban deseosas de oír testimonios y ¡NADA!; no se había sanado nadie, y comenzaron a dudar. Y entonces, él de nuevo se atrevió a dar otras palabras de ciencia, inventándolas; él pensaba que con decir que alguien se sanaba de cáncer se iban a sanar; ¡imagínense!. Tuvimos que ir al grupo de oración porque ¡ya se estaba destruyendo! y decirle "¡Cállate, tú no tienes derecho a dejar a Dios como mentiroso!, ¡lo que tú estás diciendo no viene del Espíritu!.

¿Cómo vamos a saber si viene del Espíritu o no? Por los testimonios; en un caso así, por los frutos. Si no hay frutos díganle a la persona: ¡Cállate, que el Señor no habla mentiras! El Señor no va anunciar una cosa y ¡no hacer nada!. Y es muy difícil en nuestros grupos de oración crecer si no ponemos un poco de disciplina con estos principios sencillos, "juzgadlo todo y quedar con lo bueno". Eso es sencillo, ¿verdad? , pero hay que hacerlo.

(Nuevo Pentecostés, n. 38)