Historia del Padre Emiliano

    PADRE EMILIANO TARDIF, M.S.C.
    Nació el 6 de junio de 1928 en Saint Zacharie, Quebec, Canadá, en el seno de una familia numerosa de catorce hijos.
    El P. Emiliano, fue el noveno hijo, fruto de la unión de los esposos Tardif-Laroche.
    A su madre, le habían recomendado que no tuviera el hijo que recién había concebido. Su estado de salud era tan precario en ese octavo embarazo, que los médicos pensaron que de mantenerlo, seguramente le llevaría a la muerte tanto a ella como al hijo que llevaba en las entrañas.
    El P. Emiliano, lo contaba lleno de emoción: "A mi madre le recomendaron que no me tuviera, pero ella era una buena cristiana y no lo hizo".
    El padre Tardif, fue un tenaz defensor de la vida. Él ponía su propia vida de ejemplo.
    Como se pensaba que realmente iban a morir tanto la madre como el hijo, el nacimiento del pequeño Emiliano fue asistido por dos médicos y por el sacerdote.
    El mismo, decía: "Y no me morí. Y mi mamá tampoco se murió! Y no solo eso, sino que después de mí, nacieron cinco hijos más. Tuvo catorce en total, de los cuales cuatro fueron religiosos".
    El niño nació felizmente; como estaba el párroco allí, lo bautizó al nacer. Solía decir, "el Señor quiso que yo no tardara ni un día de mi vida para estar en gracia, y por eso, fui bautizado el mismo día que nací".
    A través de los años, él seria llamado, a través del sacerdocio, a vivir la pobreza como estilo de vida y camino de santidad.
    Tenia doce años cuando escuchó en la Parroquia a la que asistía junto a su familia, a un sacerdote dominico despidiéndose para partir a las misiones y pensó, que a él le gustaría hacer lo mismo que ese sacerdote.
    Un año después, teniendo solo trece años de edad, fue recibido en Quebec, en un Seminario de los Misioneros del Sagrado Corazón.
    Allí cursó desde el 1941 hasta el 1948 sus estudios de primaria y secundaria, siendo recibido el 8 de septiembre de 1948 en el noviciado.
    Después de su año de noviciado en Sainte Clothilde, recibió su formación filosófica en la casa de estudios que su Congregación tenia en Watertown.
    Hizo su profesión perpetua el 8 de septiembre de 1952 y fue ordenado sacerdote el 24 de junio de 1955.
    El 8 de diciembre de 1955, solicita a su Superior Provincial, el irse a la República Dominicana.
    El padre Emiliano, a los 28 años de edad, el 16 de septiembre de 1956, llegaba a tierra de misiones, tal como lo había deseado desde los 12 años.
    Al llegar a la República Dominicana, se entregó al trabajo misionero en las diferentes áreas que su Congregación le confió a través de los años.
    Fue profesor del Seminario Misionero de las Matas; director de la revista "Amigo del Hogar", la cual renovó y luego fundó la imprenta que conocemos con el mismo nombre.
    Trabajó en diferentes parroquias atendidas por los Misioneros.
    Fue superior de su Congregación desde 1966 hasta el 1973, llevando grandes proyectos como el Centro Vocacional de Licey, el Centro de Promoción de Nagua y la residencia donde hoy está situada la Casa Provincial en los Prados.
    Fue presidente de la conferencia de religiosos (CONDOR).
    Trabajó en los Cursillos de Cristiandad, en el movimiento Familiar Cristiano y de una manera especial, después que el Señor lo sanó, ayudó a extender la Renovación Carismática en la República Dominicana y en el mundo entero, a través del llamado a la Evangelización con el poder del Espíritu.
    El cambio radical en la vida y en el ministerio del padre Emiliano, fue producto de un encuentro vital con Jesucristo Vivo y Resucitado que le había devuelto la salud llenándolo de Vida en abundancia.
    Él mismo, nos contaba su experiencia en el libro de "Jesús esta Vivo":
    "En 1973, yo era provincial de mi Congregación, Misioneros del Sagrado Corazón, en la República Dominicana. Había trabajado mucho, abusando de mi salud en los 16 años que tenía como misionero en el país. Pasé mucho tiempo en actividades materiales, construyendo iglesias, edificando seminarios, centros de promoción humana, de catequesis, etc. Siempre estaba buscando dinero para edificar casas y para dar alimento a nuestros seminaristas.
    El Señor me permitió vivir todo ese activismo y, por el exceso de trabajo, caí enfermo. El 14 de junio de ese año, en una asamblea, tuvieron que llevarme inmediatamente al Centro Medico Nacional. Estaba tan grave que pensaba que no podía pasar la noche. Creí realmente que me iba a morir.
    Los médicos me hicieron análisis, detectándome tuberculosis pulmonar aguda. Al ver que estaba tan enfermo, pensé volver a Quebec, Canadá, donde nací y donde vive mi familia. Pero estaba tan delicado de salud que no podía hacerlo entonces. Tuve que esperar 15 días bajo tratamiento para realizar el viaje.
    En Canadá, me internaron en un Centro Medico especializado.
    El mes de julio, se lo pasaron haciendo análisis, biopsias, radiografías, etc. Después de todos estos estudios confirmaron de manera científica que la tuberculosis pulmonar había lesionado gravemente los dos pulmones. Para animarme me dijeron que tal vez después de un año de tratamiento y reposo podría volver a mi casa.
    Un día recibí la visita de cinco seglares de un grupo de la Renovación Carismática. Ellos venían a orar desinteresadamente por mí.
    Como sacerdote misionero pensé que no era edificante rechazar la oración. La acepté, más por educación que por convicción. No creía que una simple oración pudiera conseguirme la salud.
    Ellos me dijeron muy convencidos: "Vamos a hacer lo que dice el Evangelio: "impondrán las manos sobre los enfermos y éstos quedarán sanos'. Así que oraremos y el Señor te va a sanar".
    Me sentí ridículo bajo de sus manos; interrumpí la oración y les propuse: "si quieren vamos a cerrar la puerta".
    Cerraron la puerta, pero Jesús había entrado.
    Durante la oración yo sentí un fuerte calor en mis pulmones. Era el calor del amor de Jesús.
    Al final de mes, después de muchas pruebas, el médico me dijo: "Padre, vuelva a su casa. Usted esta perfectamente, pero esto va en contra de todas nuestras teorías médicas. No sabemos lo que ha pasado".
    El P. Emiliano escribió a su superior para que el año que debía pasar en el hospital ingresado para el tratamiento, le permitiera pasarlo estudiando la Renovación Carismática en Canadá y en Estados Unidos. En ese tiempo tuvo la oportunidad de visitar los centros más importantes en Quebec, Pittsburgh, y Notre Dame.
    Al volver de Canadá en 1974 a la República Dominicana, el padre Tardif era otro. En el trabajo que emprendió, puso mucho énfasis en hacer que los grupos de oración que animaba se convirtieran en verdaderos grupos de evangelización y en atender a los pobres.
    El ministerio del padre Emiliano, tuvo siempre un gran poder de convocatoria.
    Durante el año 1975, permaneció mayormente en la parroquia de Nagua, promoviendo los grupos de oración en la pastoral parroquial y empezando a extender esta experiencia renovadora por los campos y los pueblos cercanos.
    La Palabra de Dios, proclamada con el Poder del Espíritu, empezó a dar su fruto a los que escuchaban edificándoles la fe y el Señor quiso tal como lo había prometido acompañar con señales la palabra proclamada.
    Mas tarde emprendió la labor de fundar una comunidad. Fue así como el 28 de noviembre de 1982 nació la Comunidad Siervos de Cristo Vivo que comenzaría con ocho personas y que hoy está presente con un número considerable de miembros en la República Dominicana, Italia, Estados Unidos, Colombia, España y Cuba, luego de haber sido aprobada como Asociación Privada de Fieles por su Eminencia Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo.
    Una de las características del padre Tardif fue su apertura a la labor de los laicos en la Iglesia.
    El 6 de junio de 1999 cumplió 71 años.
    Después de celebrar la Eucaristía y una gran fiesta con los hermanos de comunidad, partió hacia su último viaje. Nada parecía indicar que 36 horas mas tarde habría llegado al destino final, a la Casa del Padre, para celebrar allí por toda la eternidad las Bodas del Cordero.
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